jueves, 25 de julio de 2013

Esa es la actitud



Es inevitable que cojas (mucho) afecto a un niño cuando pasas tanto tiempo con él y que ellos te lo cojan a ti. Este afecto es el que te hace querer participar un poco en su educación. Al principio, cuando empiezan a conocerte y estás sola con ellos, les pondrás unas pautas para cuando estén contigo y seguramente las sigan a rajatabla. Sin embargo con los padres esos hábitos ya los tienen más que adaptados a sus gustos y puede que a ti, personalmente, no te parezcan los mejores.

En mi caso los niños cambian completamente de personalidad cuando están conmigo y cuando están con la madre. Yo tiendo a ser bastante estricta en lo que a hábitos se refiere (no hay dulces entre comidas, solo un objeto/juguete cuando salimos a pasear, el dedo no se chupa, modales en la mesa, etc.), pero con la madre saben que nunca tendrán un No por respuesta y se aprovechan de ello (¡incluso el tono de voz es distinto!).

Cuando ves este cambio de actitud es inevitable sentir cierta rabia, pues todo el esfuerzo que pones en no consentir demasiado se esfuma con la llegada de sus progenitores. ¿Pero sabes qué? No son mis hijos y nunca lo serán. Yo estoy aquí para ayudar en lo que se pueda y para eso tengo que moldearme a lo que la madre quiere para ellos. En mi opinión esta es la actitud que hay que tomar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario